Hasta encontrar a Marco Antonio
Por la mañana en camino a la oficina, pensaba en
doña Emma Theissen, quien hoy ha inspirado estas letras, con su lucha de más de
30 años para encontrar a su hijo secuestrado y desaparecido durante la guerra
en Guatemala, al leer la carta que escribió “otro
10 de mayo sin mi hijo Marco Antonio”, queda claro, que no hay nada como las
mujeres luchadoras.
Por eso hoy quisiera aprovechar el momento en que
muchas personas celebran a sus madres, para rendir un homenaje a las mujeres
que luchan día con día para hacer de esté un mundo más justo para sus hijas,
hijos, nietas y nietos, para quienes están y para quienes no están y a quienes aún
les esperamos.
Nada más fuerte en este mundo que una madre
luchadora, como aquella que desde temprano lavaba y planchaba ajeno para llevar
los frijoles a la mesa, que soportó terribles circunstancias, que aguantó
hambre, frío, sueño y que ahora su cuerpo le cobra con falta de salud la vida
dura que llevo durante años, mi mamá.
Nada como aquella mujer que se enfrenta a la
explotación de la maquila para poder ganar un mísero salario que no pagará los
daños que ocasionados a su cuerpo, pero que si pagará el pollo frito que sus
bebes esperan a fin de mes.
Nada como aquella mujer que se levanta con el cáncer
recorriendo su cuerpo y que pide un día más, un año más para que su hija no se
quede sola en la vida.
Nada como las mujeres que recorren las fronteras
buscando a sus hijas e hijos desaparecidos, que luego de darles un beso en la
frente, se fueron, juraron que al llegar al norte les enviarían dinero para que
vivieran mejor.
Nada como las mujeres que siguen buscando a sus
hijas e hijos desaparecidos en la guerra de Guatemala, que gritan en las calles
y en los tribunales de justicia, hasta dar con su paradero, reivindicando sus
ideas y esperanzas.
Nada como esa madre, cuyo hijo se murió en sus
brazos por falta de comida, por falta de medicina. Por culpa de este maldito
sistema.
Nada como esas madres a quienes la violencia en el
país les arrebató a sus hijos, a sus hijas, a sus seres queridos. Nada como la
fuerza que tienen para levantarse día con día y enfrentar al mundo.
Nada como la madre tierra saqueada y destruida por la
invasión de las empresas transnacionales y nacionales, que sigue resistiendo y dándonos
vida.
Nada como las madres que guardan en sus corazones
miles de dolores, cuyos cuerpos resistentes se enfrentan al racismo y la
desigualdad, y cuya sabiduría es una luz en los caminos de las nuevas
generaciones.
Nada como las madres que solas se enfrentan a la
vida, por decisión o porque les tocó, que no se rajan, que tienen que soportar
la irresponsabilidad de aquellos innombrables que aparecen solo para hacerlas
sufrir.
Nada como las madres que rompen estereotipos y que
se salen de la lógica de esta sociedad conservadora y patriarcal, que luchan
por cambiar la historia y que abren espacios para que otras mujeres podamos
tener mejores condiciones de vida.
Todas son luchadoras, y deberían significar ejemplos
de vida y dignidad, para hacer de este
mundo un lugar más humano para vivir, donde las mujeres podamos disfrutar plenamente
de nuestros derechos y donde nuestras voces sean escuchadas y la decisión de
ser madres o no, sea respetada.
Al igual que para muchas mujeres, es mi compromiso, luchar hasta que las nuevas
generaciones tengan una mejor vida, hasta que se haga justicia, hasta encontrar
a las miles de hijas e hijos desaparecidos, hasta encontrar a Marco Antonio
doña Emma.
Ada Valenzuela